El 18 de septiembre el Teatro Diana se convirtió en un portal interdimensional y el capitán de la nave fue nada más y nada menos que Jacob Collier. Si ya lo conocías en YouTube por hacer magia con mil voces, acá en vivo fue como verlo hackear la realidad en tiempo real.

Desde que pisó el escenario, Jacob no vino a dar un concierto… vino a armar un ritual donde todos fuimos parte de la canción. Nos enseñó a cantar coros imposibles, aplaudimos en compases que ni Bad Bunny se imagina, y hasta el silencio sonó bonito.

Highlights que todavía nos tienen en loop:

1. Coros comunitarios nivel culto: Jacob agarró al público y lo convirtió en un coro celestial. Literal, el Teatro Diana se volvió un instrumento gigante.
   
   

2. El multiverso de los loops: piano, bajo, batería, guitarra, su voz x 300… el vato es como si Spotify cobrara vida.
   
   

3. Setlist volador: desde las joyas de Djesse hasta arreglos nuevos que parecen compuestos cinco minutos antes de tocarlos.
   
   

4. Energía infinita: no hubo ni un respiro, pero tampoco lo necesitábamos. Cada canción era como un shot de vitamina musical.
   
   

5. Jacob siendo Jacob: agradecido, raro, brillante y con esa vibra de amigo loco que en la peda agarra la guitarra y te deja llorando de felicidad.

Lo de ayer se convirtió en una masterclass de alegría colectiva. Jacob Collier nos recordó que la música se escucha, se vive, se grita y se comparte como si la vida dependiera de ello. Y sí: todos salimos con la voz rota pero el corazón intacto.