Michael Sweet y compañía demostraron que la edad solo ha afinado su técnica. Desde el primer riff de "In God We Trust" hasta la explosiva "To Hell with the Devil", los fans no tuvieron ni un respiro. El setlist fue un viaje perfecto por su catálogo, combinando himnos eternos como "Calling on You", "Free" y "More Than a Man", con joyas que confirman que la banda sigue más viva que nunca, como "No More Hell to Pay" y "Divider".

La voz de Sweet, intacta. Las guitarras de Oz Fox, afiladas como espada bíblica. Y la base rítmica con Robert Sweet y Perry Richardson, sólida como sermón dominical. Monterrey respondió con coros, aplausos, cuernos en alto y más de un grito de "¡Amén, hermanos!"

Momentos destacados: el solo vocal de Michael en "Sorry" que puso la piel de gallina, el poder marcial de "Soldiers Under Command" y ese cierre brutal con el clásico "To Hell with the Devil" que hizo temblar hasta los vitrales imaginarios del recinto.

Stryper no vino a predicar con palabras, sino con distorsión y actitud. Y Monterrey, cómo no, se entregó como iglesia en pleno éxtasis.